La despenalización difiere de la legalización en que las drogas siguen siendo ilegales, pero la posesión de cantidades pequeñas conlleva sanciones menores, tales como multas o servicio comunitario, en vez de privación de libertad.
Desde la década de 1970, muchos estados de los Estados Unidos han despenalizado la posesión de cantidades limitadas de marihuana como delitos menores. México ha ampliado la despenalización para incluir pequeñas cantidades (medio gramo) de drogas duras, pero esas cantidades parecen irrelevantes para muchos, ya que medio gramo de cocaína es menor al mínimo de un gramo que corrientemente se vende en la calle.
La descriminalización va más allá de la despenalización y supone reemplazar las leyes existentes que anteriormente exigían sanciones penales por delitos relacionados con las drogas con un régimen completamente nuevo que funciona junto con el sistema jurídico. Busca abordar el tema de la droga (y el abuso de sustancias) como un problema de salud pública en lugar de un tema de justicia penal o aplicación de la ley. La aparentemente difusa diferencia entre la despenalización y la descriminalización se explica mejor al examinar el ejemplo del único país que hasta la fecha ha descriminalizado totalmente el consumo de todas las drogas, Portugal.