En 1969, Richard M. Nixon declaró que las drogas eran el enemigo número uno de los Estados Unidos, al mismo tiempo que su gobierno lanzaba oficialmente lo que se conocería como la «guerra contra las drogas» de los Estados Unidos.
A medida que el uso de la heroína aumentaba, sobre todo entre los veteranos de la guerra de Vietnam, el gobierno de Nixon concentró la mayor parte de sus recursos en combatir ese narcótico en particular, especialmente para reducir la delincuencia relacionada con el consumo de drogas. En cuanto al enfoque del tratamiento, Nixon creó el primer programa federal contra la metadona (consulte Tratamiento para la adicción a la heroína) y dedicó el 75% del presupuesto total antidrogas al tratamiento y la rehabilitación.
En 1970 se creó la Ley de Prevención y Control Integral del Abuso de las Drogas de 1970, la cual se convirtió en el principal fundamento legal para la regulación de las drogas en los Estados Unidos. Consolidó todas las leyes anteriores que regulaban la producción y distribución de narcóticos, estimulantes, depresores, alucinógenos y cualquier otra sustancia química que se considera potencialmente susceptible de ser abusada. Para hacer cumplir la ley, en 1973 se creó una nueva entidad, la Oficina de Administración de la Aplicación de la Ley Antidrogas, (DEA, por sus siglas en inglés), en la cual se fusionó el antiguo BNDD.