La erradicación de cultivos ha sido la principal estrategia de los Estados Unidos y los gobiernos de los países productores de marihuana, coca y amapolas para reducir la producción de drogas ilegales desde su fuente.

Estados Unidos comenzó a utilizar la erradicación de cultivos a principios de los años setenta, trabajando con México para reducir el cultivo de marihuana. Si bien también se ha empleado en Estados Unidos contra la marihuana, la erradicación de cultivos -y la opción menos controvertida, el desarrollo alternativo- se ha utilizado con mayor frecuencia para recortar el cultivo de coca en Colombia, Perú, Bolivia y más recientemente de amapolas de opio en México y Guatemala.

La erradicación de la coca se considera una medida controvertida en los países de origen ya que masticar las hojas de dicha planta ha sido parte de las tradiciones culturales de muchos grupos de indígenas andinos, como una forma de aumentar la productividad del trabajo, una fuente de nutrición y para paliar el hambre. La erradicación por aspersión aérea ha sido particularmente polémica debido al impacto adverso sobre el medio ambiente y las poblaciones locales.

Si bien la mayoría de los países productores utilizan la erradicación manual, desde mediados de los años noventa, el gobierno de Colombia fue el único que utilizó la fumigación aérea hasta que se prohibió su uso en 2015. La decisión fue tomada después de que la Organización Mundial de la Salud declarara que el herbicida glifosfato no sólo causaba daños ambientales, sino también cáncer en humanos.

A semejanza de la interdicción, la erradicación de cultivos parece haber arrojado resultados distintos sobre la reducción de la cantidad total de cocaína producida y la que entra en un país como Estados Unidos. Incluso bajo el Plan Colombia, los productores lograron encontrar maneras de aumentar el rendimiento de sus cultivos y transferir el cultivo a otros países, como Perú, donde no existía la erradicación aérea. De hecho, a pesar de los esfuerzos de erradicación en Colombia, Perú y Bolivia, en 2007 la producción de coca fue más alta que a finales de los años noventa.

Con base en los resultados generales del Plan Colombia, el mismo estudio de Daniel Mejía (2010) que estimó que los millones gastados en la interdicción sólo redujeron la cantidad de cocaína que entró a Estados Unidos en 0.29%, predijo que cada dólar gastado en erradicación redujo la cantidad de cocaína que entraba en los EE.UU. en un 0.007%. Sin embargo, pocos estudios de este tipo han sido realizados y parecen contradecir la experiencia reciente. Desde que el gobierno colombiano eliminó la fumigación aérea como parte de sus esfuerzos por concluir su acuerdo de paz con las FARC, la producción de coca aumentó 42.5% en 2015, mientras que la producción de cocaína aumentó 68%.

A pesar de los resultados aparentemente limitados de la erradicación de cultivos y de la interdicción, en el caso del Plan Colombia, la erradicación en particular permitió al gobierno colombiano recuperar el control de vastos territorios dominados por grupos guerrilleros como las FARC. Esto siempre ha sido un objetivo político declarado del gobierno colombiano que contribuyó a reducir los niveles de violencia y homicidio así como a fortalecer la posición de negociación del gobierno con las FARC para iniciar el proceso de paz.

Si bien la erradicación de cultivos puede ayudar a un gobierno a alcanzar otros objetivos políticos, las conclusiones son contradictorias sobre si se reduce la cantidad de cocaína traficada a los países consumidores. Por lo tanto, los responsables de la política estadounidense deberían evaluar su eficacia como estrategias específicas de reducción de la oferta, de manera similar que deben evaluar las estrategias orientadas a reducir la demanda de drogas a través de programas de educación preventiva, a pesar de su inherente atractivo conceptual.

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Posted by Anaïs Faure