La herramienta más utilizada para evitar que las drogas producidas en otros países entren en los EE.UU. y en otros países consumidores es la interdicción de las drogas.

De 2010 a 2014, las incautaciones de heroína, un total de 5 toneladas, crecieron 81%, mientras que la cantidad de heroína incautada en la frontera entre Estados Unidos y México creció 120%, representando el 44% del total de interdicciones. Durante el período de 9 años que concluyó en 2014, el aumento en las incautaciones de heroína en la frontera sur de Estados Unidos es aún más alarmante, ya que se multiplicó por 6.3 veces.

Comparativamente, y en consonancia con la gran disminución del consumo de cocaína, las incautaciones de cocaína durante el mismo período disminuyeron un 83%. El número de detenciones relacionadas con la marihuana entre 2010 y 2014 disminuyó en un 41%, aunque éste es un indicador diferente y que quizás refleje la creciente legalización de la marihuana. En general, las grandes incautaciones de drogas se realizan a través de interdicciones en la frontera entre los Estados Unidos y México, en el mar por parte de la Guardia Costera de los Estados Unidos y en países de tránsito como México, Guatemala y Honduras. El total gastado por los Estados Unidos en actividades de interdicción creció de $1.7 mil millones en el año fiscal 2003 a $4 mil millones en el año fiscal 2012, pero se ha mantenido relativamente estable desde entonces. El presupuesto para todas las medidas de reducción de la oferta aumentó de 9,800 millones de dólares a 15,300 millones de dólares durante el mismo período.

Aunque muchos expertos creen que la interdicción en última instancia tiene poco impacto sobre la cantidad de drogas que ingresan a los Estados Unidos, está claro que sí encarece el tráfico ilícito de la cocaína. El aumento del costo de traficar drogas se considera un instrumento político positivo porque actúa como un impuesto, reduciendo así el consumo, pero también crea un incentivo pernicioso de traficar drogas. Los estudios muestran que un aumento del 10% en el precio de la cocaína reduce el consumo en un 5-10%. Más allá de cierto punto, sin embargo, la interdicción más dura tiene un efecto marginal sobre el precio. Los traficantes, además de la pérdida financiera que pueden incurrir, también corren el riesgo de la privación de libertad, el daño físico e incluso la muerte.

Teniendo en cuenta el potencial de frenar el consumo a través de precios más altos, y la cantidad significativa de recursos dedicados a la interdicción, es importante evaluar la eficacia de la propia política. Si bien se han realizado pocos estudios de este tipo, uno realizado por Daniel Mejía (2010) para evaluar la efectividad de la interdicción y la erradicación de cultivos bajo el Plan Colombia reveló resultados poco prometedores. Por cada dólar adicional invertido en la interdicción, se estimó que la cantidad de cocaína que llegaba a los Estados Unidos disminuyó un 0.29%. Según el mismo estudio, los resultados que se obtuvieron con dinero destinado a la erradicación de cultivos fueron aún peores.

El aumento de los esfuerzos de interdicción también tiende a cambiar las rutas de tráfico. Durante la década de 1980, la mayor parte de la cocaína que entró a los Estados Unidos llegó a través del Caribe. A medida que la DEA y las fuerzas de aplicación de la ley internacionales concentraron sus esfuerzos en esa región, las rutas comenzaron a cambiar de Colombia a México a través de las costas del Pacífico y del Atlántico durante los 90s. Tanto la subsiguiente represión de los cárteles de Medellín y de Cali en los años 80 y 90 y la creciente necesidad de usar la frontera mexicana por parte de los cárteles para introducir drogas en los Estados Unidos, llevó a una transición gradual en el poder de los cárteles colombianos hacia las organizaciones mexicanas de tráfico de drogas, que ahora son algunos de los cárteles más poderosos del mundo.

El gobierno de Felipe Calderón se batió en guerra contra los carteles mexicanos de 2007 a 2012, lo cual llevó a otro cambio en los patrones de tráfico ilegal una vez más. Esta vez, las rutas reorientaron por tierra a través de Centroamérica (principalmente Honduras y Guatemala), aunque se han visto señas de que las rutas de tráfico ilícito están volviendo a surgir por el Caribe.

Los resultados de esos estudios deberían hacer reflexionar a los responsables de la formulación de políticas cuando asignan recursos, incluso para estrategias como la interdicción. Mientras que la interdicción frena el consumo de drogas al aumentar el precio, los futuros esfuerzos de interdicción deben centrarse más en las organizaciones de drogas que exacerban los costos del tráfico de drogas, principalmente a través de la corrupción y la violencia, especialmente dado que son tan nocivos y porque son los ciudadanos inocentes los que al final cargan con las peores consecuencias. Aceptar que los males creados por las drogas realmente sólo pueden ser mermados no es admitir la derrota. Simplemente es aceptar que esos costos deben reducirse al mínimo, reconociendo al mismo tiempo que las drogas nunca pueden ser erradicadas por completo de la sociedad.

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Posted by Anaïs Faure