Comenzando con la presidencia de Lyndon B. Johnson, los gobiernos subsiguientes tratarían de manera diferente los desafíos presentados por el creciente uso de drogas.
Bajo Johnson, las Enmiendas sobre el Control del Abuso de las Drogas de 1965 fueron aprobadas y la Ley de Alimentos y Cosméticos de 1938 fue enmendada, prohibiendo efectivamente todos los depresores, estimulantes y alucinógenos, incluyendo la marihuana. En su discurso sobre el Estado de la Unión de 1967, el presidente Johnson señaló al LSD como la razón del creciente problema de las drogas en Estados Unidos. En 1968, Johnson creó la Oficina de Estupefacientes y Drogas Peligrosas (BNDD, por sus siglas en inglés) para acelerar la cooperación entre las diferentes entidades encargadas del control de las drogas. La ONU también tomó medidas para controlar la creciente popularidad de las drogas psicodélicas como el LSD y otras drogas psicoactivas como las benzodiacepinas (ansiolíticos como el Xanax, que se utiliza actualmente), las anfetaminas (speed) y los barbitúricos (depresores), al aprobar la Convención sobre Sustancias Psicotrópicas en 1971.