Un siglo antes de que la adicción al opio alcanzara su punto máximo en la China, el científico alemán Friedrich Wilhelm Sertüner descubrió en 1803 un analgésico mejorado al extraer el primer alcaloide del opio.

La compañía farmacéutica alemana Merck comenzó a producir y comercializar la droga llamada morfina (por el dios griego, Morfeo, ya que induce un estado somnoliento) como analgésico y para tratar la adicción al opio y al alcohol. Desafortunadamente, la morfina demostró ser más adictiva que el opio y el alcohol.

El descubrimiento de la aguja hipodérmica en 1853 facilitó el suministro instantáneo de morfina a los soldados estadounidenses de la Guerra Civil heridos en el campo de batalla, así como a los que padecían disentería. Se estima que, de las dosis suministradas, por lo menos10 millones de dosis de la droga fueron para soldados de la Unión. La morfina y el opio también comenzaron a ser comúnmente recetados para los «trastornos del estado de ánimo femeninos», las infecciones ginecológicas, la depresión e incluso la ninfomanía.

Aunque las cifras siguen siendo controvertidas, ya que los soldados continuaban usando la morfina y el opio después de la guerra para apaciguar los dolores psicológicos de la guerra, se calcula que había 400,000 soldados hombres adictos a fines de la década de 1860 y 300,000 mujeres adictas. Varias encuestas diferentes realizadas en ese momento hallaron que la mayoría de los usuarios de opio eran mujeres, y en general tendían a ser personas blancas, de clase alta y sureñas. Los números disminuyeron a principios de 1,900, conforme los médicos descubrieron las características altamente adictivas de la droga y la generación de veteranos de la guerra civil fue falleciendo gradualmente.

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Posted by Anaïs Faure