El consumo de drogas en los Estados Unidos y su respuesta política dieron un giro decididamente marcado a finales de los años 60, impulsado en gran parte por la contracultura de los “baby boomers”.

Los “baby boomers”, una próspera generación de 76 millones de personas, contaban con más preparación académica que cualquier generación hasta la fecha. Junto con su sentido de invencibilidad y búsqueda de nuevas experiencias, integraron las causas morales históricas de la época: los derechos civiles y de las mujeres, el medio ambiente y las protestas contra la guerra de Vietnam. Los asesinatos consecutivos de John F. Kennedy, Martin Luther King y Bobby Kennedy, el creciente descontento por la guerra de Vietnam y eventualmente el escándalo de Watergate, animaron a esta generación inquieta a creer que sus padres y sus contemporáneos, incluso todo “el sistema,” habían perdido su derecho a la autoridad moral. Se sentían empoderados para desacreditar los valores tradicionales de los Estados Unidos y comenzaron a adoptar drogas como la marihuana y el LSD como ingredientes inseparables de su cruzada.

Debido a su uso de la marihuana, y en menor grado del LSD, los baby boomers rápidamente integraron las drogas en la sociedad. Mientras que sólo el 5% de los estudiantes universitarios estadounidenses habían usado marihuana en 1967, dos años después esa cifra saltó al 22%. Las anfetaminas (Speed, como se les conoce en inglés) eran consumidas principalmente por los miembros de pequeñas subculturas, como las pandillas de motociclistas, mientras que la heroína seguía siendo utilizada principalmente por músicos de jazz y por un número creciente de estrellas de rock. Lamentablemente, muchos veteranos de Vietnam, al volver a los EE.UU., se volvieron adictos a la heroína después de haber estado expuestos a la heroína más pura y más barata del mundo.

Las protestas contra la guerra de Vietnam, junto con los disturbios por problemas raciales y un aumento general de la delincuencia, hicieron que el uso de las drogas se convirtiera en un tema de vanguardia de la política pública en los EE.UU. Una encuesta de Gallup de 1971 colocó a las drogas como el tercer tema en la lista de las cuestiones más graves que enfrentaba el país en ese momento, después de Vietnam y la economía.

La marihuana siguió siendo popular en las siguientes décadas, culminando en movimientos para legalizar tanto su uso médico como recreativo. El uso del LSD disminuyó debido principalmente a la complejidad de su fabricación y a una serie de confiscaciones importantes en los años 80 de laboratorios en California donde se producía la mayoría del LSD. La heroína quedó contenida en las zonas urbanas pobres de las ciudades hasta que se dio el boom de los opiáceos, que comenzó a mediados de los años 90 y llevó al repunte de su uso y adicción. El problema de los opiáceos se ha visto agravado por el creciente y constante suministro barato de heroína de alquitrán negro puro procedente de México.

En 2015, por primera vez, las sobredosis de heroína fueron causa de muerte de más estadounidenses que las armas de fuego. Todas las drogas combinadas (sin incluir el alcohol) fueron responsables de más muertes en los Estados Unidos que los accidentes automovilísticos. En los años 80, la cocaína se convirtió en droga recreativa, al mismo tiempo que su derivado altamente adictivo, el crack, plagó las zonas urbanas pobres de los Estados Unidos. El MDMA, o Éxtasis, surgió como la droga recreativa de los años 90 y la metanfetamina cristalina comenzó a infectar a la mayoría de las poblaciones rurales en el medio-oeste y el suroeste del país.

Si se utilizan los datos sobre la prevalencia anual en jóvenes de 18 años como referencia, el uso de drogas creció en las últimas cuatro décadas a 48% durante el corto gobierno del presidente Ford y en última instancia alcanzó el 53% durante la gestión de Carter, aunque la alta prevalencia del uso de la marihuana tiende a distorsionar los porcentajes. El uso disminuyó progresivamente a menos de un 27% al final de la presidencia de George H. W. Bush, aumentando progresivamente después para alcanzar más de un 42% en 1997. A partir de 2014, la prevalencia anual de uso entre jóvenes de 18 años era de 40%.

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Posted by Anaïs Faure