En 2001, se revisaron las secciones del Código Penal portugués relativas a las drogas para incorporar un sistema administrativo de multas y planes de tratamiento.
Desde entonces, los infractores han sido multados y remitidos a comparecer ante a una terna, la cual incluye a un experto legal, uno de salud y otro de servicios sociales. El panel puede suspender los procedimientos legales para quienes cometen un delito por primera vez, emitir multas para los reincidentes y obligar a los adictos a recibir tratamiento. El uso de drogas técnicamente todavía es ilegal y es importante resaltar que venderlas sigue siendo un delito penal.
Desde que la descriminalización entró en vigor, Portugal parece haber logrado su objetivo declarado de la reducción del daño para los adictos a la heroína por medio de desestigmatizar su problema. La adicción a la heroína y los casos de VIH causados por el uso de agujas sucias aumentaron en los años noventa, lo cual representó un importante problema de salud para el país. Ahora hay más adictos buscan tratamiento, lo que ha llevado a una disminución en los casos notificados de VIH, hepatitis B y C, así como de sobredosis de drogas.
Sin embargo, el consumo de todas las drogas ha aumentado moderadamente, especialmente la cocaína y la heroína. Estas políticas, por lo tanto, parecen ser eficaces para reducir ciertos daños a la sociedad, a saber, los asociados con la adicción, pero son menos eficaces para reducir el consumo.