La legalización de una droga elimina la prohibición sobre su producción, venta o consumo, aunque se conserva al menos alguna normativa gubernamental, como es el caso del alcohol.
La marihuana es la única droga que se ha legalizado en algunas partes del mundo, incluso en Uruguay, la única nación que ha legalizado su uso recreativo. El gobierno uruguayo tiene un monopolio total sobre todas las etapas, desde la producción hasta el consumo, a excepción de las seis plantas por hogar que están permitidas por la ley. Los usuarios pueden comprar y poseer hasta 40 gramos (1.4 onzas) de marihuana, pero no pueden comprar ni producir más de 480 gramos (17 onzas) por año.
En los Estados Unidos, siete estados y el Distrito de Columbia han aprobado medidas que permiten el uso recreativo de la marihuana. Massachusetts, Maine, Nevada, California y Colorado aprobaron las iniciativas por votación en noviembre de 2016, además de Oregón y Alaska que la legalizaron en 2014, y Colorado y Washington, que la legalizaron en 2012. Por ejemplo, en California y Colorado los usuarios pueden poseer y comprar hasta 1 onza, aunque las leyes que prevén la venta de marihuana en California no entrarán en vigor sino hasta 2018. La marihuana medicinal ya está permitida en 28 estados.
Aunque la marihuana ahora es legal en varios estados, permanece en la lista de «sustancias controladas» del gobierno federal de los Estados Unidos como estupefaciente ilegal. A pesar de que es una violación de la ley federal bajo la Ley de Sustancias Controladas de 1970 y de los tratados sobre drogas de la ONU, principalmente la Convención Única Sobre Estupefacientes de 1961, el gobierno de Estados Unidos ha dicho que no aplicaría sanciones federales. Durante el gobierno del presidente Obama, el Subsecretario de Estado, William Brownfield, indicó que “las cosas han cambiado desde 1961” y que los Estados Unidos “debe ser suficientemente flexible como para permitirnos incorporar cambios en esas políticas”. Todos los países deben ser capaces de «tolerar diferentes políticas nacionales de drogas y aceptar el hecho de que algunos países tendrán enfoques muy estrictos sobre los estupefacientes, mientras que otros países legalizarán categorías enteras de drogas». Esto obviamente es un desvío importante de las políticas tradicionales del gobierno federal en la aplicación de la prohibición nacional de una droga como la marihuana. También cuestiona si otros gobiernos podrían comenzar a desviarse de la aplicación de los tratados antidrogas de las Naciones Unidas para abordar lo que ellos creen son sus preocupaciones más apremiantes, como los costos percibidos relacionados con la producción y el tráfico de drogas.