Cuando en la China se usaba el opio en pequeñas dosis a principios del siglo XIX, era visto como una droga para tratar dolencias menores como la disentería y como una novedad para un pequeño porcentaje de la élite.

Nadie se imaginó que el 25% de la población adulta masculina estaría adicta a la droga para finales del siglo, a pesar de los esfuerzos de varios emperadores sucesivos de limitar o prohibir su uso. No fue la creencia de que el opio era beneficioso para la sociedad lo que promovió el aumento en el consumo, sino más bien la ambición de Gran Bretaña por generar divisas para pagar su creciente déficit comercial con la China. Los chinos nunca tuvieron como fin que el opio formara parte relevante de su cultura, más bien, les fue impuesta debido al acceso increíblemente fácil, primero de las importaciones británicas y luego del cultivo interno. Hoy en día, pocos abogarían por las duras políticas utilizadas para eliminar la adicción china al opio durante el siglo XX, incluidos los campos de prisioneros y el trabajo forzado. Sin embargo, fue necesario el firme compromiso del gobierno chino y tendrían que transcurrir tres generaciones para lograr ese resultado.

A la misma vez, en los Estados Unidos había un pequeño número de personas fumando opio, traído sobre todo por los inmigrantes chinos que ayudaron a construir los ferrocarriles. Sin embargo, fue la morfina (el derivado recientemente descubierto de la droga que se estaba utilizando en cantidades masivas para tratar a los soldados heridos de la Guerra Civil) la que produjo la primera epidemia de adicción a las drogas en los Estados Unidos. Debido al reciente descubrimiento de la aguja hipodérmica, su administración se volvió aún más fácil. La sociedad aceptó el fármaco para propósitos médicos legítimos, aunque su mal uso posterior para las “dolencias de las mujeres” resultaría polémico después de que sus características altamente adictivas se evidenciaron.

La morfina se sigue utilizando como el principal paliativo para el dolor agudo hasta el día de hoy. La droga no se usó para fines recreativos, pero la búsqueda de un derivado menos adictivo condujo al descubrimiento de la heroína en 1874 que, paradójicamente, resultó ser más potente y adictiva, convirtiéndola en una de las drogas recreativas más peligrosas que jamás se haya usado.

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Posted by Anaïs Faure