Más allá de las medidas que limitan el acceso a las drogas, incluso conservar la actual política de control sobre la ilegalidad, el otro factor primario para frenar el uso de drogas es reducir la percepción de aceptabilidad.
Por el contrario, las actitudes de mayor aceptación hacia el consumo de drogas tienden a aumentar el consumo. Un estudio reciente realizado por la CICAD, el órgano de la Organización de los Estados Americanos sobre la política de drogas, encontró una correlación de casi 1:1 entre la percepción de que la marihuana no es dañina y un mayor uso de la droga. Esto es especialmente cierto entre los adolescentes. Los resultados fueron los mismos en los Estados Unidos que en Uruguay, Chile y varios otros países latinoamericanos.
Los adolescentes de hoy reciben mensajes contradictorios cuando aprenden acerca de los beneficios de la marihuana medicinal, especialmente cuando no se expresa claramente que el principal beneficio terapéutico de la droga es el uso del cannabinoide que suprime las convulsiones y el cual no tiene propiedades alucinógenas. El THC, componente psicoactivo de la marihuana, se utiliza para estimular el apetito en pacientes con enfermedades como el cáncer terminal. La marihuana medicinal se puede utilizar para tratar a pacientes con alguna enfermedad grave, pero no como droga para los usuarios ocasionales. Si la marihuana se fuera a utilizar de manera legítima con fines médicos, los defensores deben mantenerse al margen de abogar por la legalización de su uso recreativo.