El uso recreativo de alguna droga por sí solo no necesariamente va a causar daños en la vida del usuario o de aquéllos que lo rodean, pero toda adicción comienza con el uso ocasional, que aparenta ser inocuo.
Sin embargo, no es sólo el usuario que se convierte en adicto el que destruye vidas; aproximadamente el 10% se tornan adictos a la marihuana y el 20% a la cocaína y la heroína. Aproximadamente el 30% de los que experimentan con drogas pasan a convertirse en usuarios regulares sin ser formalmente etiquetados como adictos.
Difícilmente se puede decir que tales usuarios viven vidas productivas o satisfactorias. El problema de las drogas entonces comienza a verse muy diferente cuando reconocemos que los adictos y los usuarios regulares, combinados, comprenden casi el 50% de los que han probado drogas. Sin embargo, simplemente detenerlos y privarlos de libertad no parece ser la cura para su adicción ni logra disuadir a otros.
Para darse una mejor idea, lea El origen del uso de las drogas en la era moderna